¿Eres el que siempre protesta, el fantasma, el inútil pero el alma de las fiestas?
El quejoso
Si hay una constante de este personaje son sus quejas. “Pero es que a fulanito de tal no le dicen nada y a mí sí”, “no hay derecho, es el colmo” o “esta empresa no hace nada bien”, son algunas de sus frases comunes. Lo peor de este personaje es su mala vibra y actitud negativa. Para ellos cualquier cambio o noticia es siempre para peor, cuestiona todo y lo hace siempre en público, y aprovecha cualquier momento para quejarse ya sea en medio de una reunión, en el almuerzo o hasta mientras se sirve agua o café.
Consejo: Cuando comience la cantaleta recuerda una canción Hit me baby one more time de Britney Spears. ¡Siempre funciona! Y si eres tú el quejoso, ya sabes: cambia el “no” por el “sí”.
El impertinente
Habla sin pensar, dice lo que no debe, cómo no debe, en el momento más inoportuno y ante las personas inadecuadas.
Consejo: Si te sientes identificada, practica el mindfulness (sí, puedes hacerlo ahí mismo en tu oficina) para aprender a pensar dos veces antes de hablar. O si lo reconoces en un colega lo mejor que puedes hacer es acercarte a ellos cuando necesitas un promotor/defensor a la hora de presentar un proyecto, o más bien de lejitos si lo que necesitas es paz y tranquilidad.
El gritón
Es el que necesita brillar a todas horas. Seguro que hay alguien que resalta más por el volumen que por lo que dice. Aunque puede ser un gran animador de fiestas, lo cierto es que en una jornada laboral, agota.
Consejo: Si eres tú, aprende a dosificar tu energía. Si estás pensando en algún compañero, ten paciencia pues seguramente es un buen tipo y solo intenta inyectarle buena vibra al ambiente.
El sobreviviente
Se trata del típico colega que no reúne las competencias necesarias para haber conseguido el puesto pero, por alguna extraña razón, se mantiene en él. Es alguien desesperante y encantador a la vez. Nadie sabe cómo consiguió el trabajo pero, una vez dentro, ha pasado a formar parte esencial de la oficina y ¿quién se atreve a decirle algo al pobre?
Consejo: No te lleves mal con alguien que no es mal compañero y por algún motivo ha logrado sobrevivir a nuevos jefes, crisis y reajustes. ¡Pero tampoco sigas en sus pasos! Y si eres tú… ya sabes my friend: “check yourself, before you wreck yourself”.
El lamebotas
Es eficaz, cumple con su trabajo y aparentemente se lleva bien con todo el mundo, aunque especialmente con los jefes. Esa es la parte que más te molesta. Mientras todo va bien es un compañero ideal, pero cuando las cosas se complican siempre tomará partido por los de arriba. No defenderá jamás a un compañero, esquivará los golpes y será aliado de injusticias y atropellos sin dudarlo, todo con tal de quedar bien.
Consejo: Si cuadra con tu perfil ten en cuenta que todos se dan cuenta de lo que haces (sí, hasta tus jefes) y al final puedes terminar pagando un precio muy alto por ello.
El que se complica
Este personaje es particularmente bueno en lo suyo, es un total perfeccionista, y puedes confiar en él cien por ciento a la hora de trabajar juntos. ¿El problema? Cuando tenga que tomar alguna decisión o una iniciativa propia, tiene un don natural para elegir siempre la peor opción. En pocas palabras: se ahoga en un vaso de agua, y el territorio desconocido definitivamente no es lo suyo.
Consejo: No te dejes arrastrar por su momento de agobio. Y si la que está en total agonía eres tú… Confía un poco más en ti, lo sabes hacer mejor de lo que te parece.
La “no me pagan para hacer eso”
Encaja en la definición de se cree mejor de lo que es. Cumple con sus obligaciones, aunque se limita a hacer lo estrictamente necesario. Rara vez da un paso más allá, ni se ofrece a echar una mano al de al lado.
Consejo: Si no te entregas, no llegarás muy lejos. Y si te juntas demasiado con los que no se entregan, tampoco.
El mensajero
Se trata de un mando intermedio que sólo es eso, intermedio. Tiene a un jefe de carácter fuerte y se limita a hacer de mensajero de sus órdenes. Su estatus de semi dios es evidente ante el equipo de trabajo, pero la verdad es que ni le importa, seguramente le pagan bien y no aspira llegar a mucho más.
Consejo: ¿Acaso qué puedes hacer? Relájate y sigue trabajando duro, al fin y al cabo al Olimpo no se llega sin esfuerzo.